LOS RESIDUOS DE LA PANDEMIA
Por Valeria Rodriguez
7 de julio del 2020
A inicios del Estado de Emergencia, es decir hace casi cinco meses, el gobierno peruano, al igual que la mayoría de gobiernos a nivel mundial, realizó una compra millonaria de equipos de protección facial, guantes y mandilones de plásticos. El costo total de este requerimiento fue de 7.8 millones de dólares, el cual solo estuvo dirigido a satisfacer los requerimientos del Ministerio de Justicia, Interior e INPE (Instituto Nacional Penitenciario del Perú).
Semanas antes de dicha compra, el ministro de salud Víctor Zamora autorizó la adquisición y distribución de 1.5 mil toneladas de equipo médico de protección a todo el personal de salud de Perú, al menos para todos los que alcance.
Las empresas privadas que anteriormente comercializaban guantes, mascarillas, mandilones, gorros desechables, etc., encontraron durante la emergencia sanitaria un mercado mucho más grande; por lo cual, sus importaciones y la futura distribución se multiplicó. Empresas alejadas del rubro salud comenzaron a incursionar rápidamente en el negocio; por ello, los estados de WhatsApp, posts en Facebook de amigos o familiares en los que ofrecían alcoholes en gel, mascarillas KN-95 o todo tipo de guantes se hacían mucho más comunes.
Meses antes de la llegada del COVID-19 al país, según cifras del Ministerio del Ambiente, cada ciudadano liberteño usaba en promedio 30 kilos de plástico al año. Estos deshechos junto a los desechos orgánicos, papeles y otros, eran llevados al colapsado y en emergencia botadero “controlado” El Milagro.

Botadero "El Milagro" en Trujillo-Perú Foto: Randy Reyes
Personal de Servicio de Gestión Ambiental de Trujillo (Segat) recogía, al menos según sus protocolos, la basura de cada hogar Trujillano todos los días a cierta hora. Sin embargo, la realidad de las calles era diferente.
Montañas de bolsas de basura formaban ocupaban el lugar de las áreas verdes en los alrededores de los principales mercados mayoristas de Trujillo: La Hermelinda, Palermo, Santo Dominguito, Unión. Esta situación no era muy diferente en las urbanizaciones o jirones del centro histórico.
Esta situación no luce diferente en el marco de la pandemia del nuevo coronavirus.
El gerente del Segat, Germán Huerta Chombo, advirtió que, durante su recorrido, los trabajadores encuentran al menos 40 guantes de látex y que en su mayoría son hallados en la avenida Américan y exteriores del mercado La Hermelinda.
El recojo de materiales contaminados con el virus es una actividad altamente infecciosa que diariamente el personal del Segat ejecuta.
Nuestros guantes, mascarillas y gorros descartables, botellas de alcohol en gel, entre otros, terminan siendo arrojados, por gran parte de nuestros vecinos, a las calles trujillanas.
La necesidad de cuidar nuestra salud cuidando la de los otros se hace imprescindible durante esta emergencia. Por cada mascarilla contaminada, incluso sin saber que lo estaba, se podría estar provocando la muerte de más de dos o tres personas que se toparon con ella, la pisaron y llevaron el virus a su casa, la recogieron y terminaron hospitalizados en algún hospital de la región.

Guantes usados arrojados debajos de cajero del Banco de la Nación. Foto: Valeria Rodriguez
“El riesgo de tener más mascarillas que medusas”
Durante la primera semana de junio, ecologistas de la ONG francesa Opération Mer Propre advertían la gran amenaza ambiental del nuevo coronavirus al encontrar “los residuos plásticos del COVID-19 en las aguas de la Costa Azul. Según ellos, el impacto de esta epidemia no solo se vería reflejado en las cifras de decesos humanos sino también en la degradación ambiental.
Con la producción a gran escala de equipo de protección médico y ciudadanos como los guantes de látex, mascarillas, gorros y mandilones desechables se estarían produciendo más basura que, como siempre, terminaría en nuestros océanos.