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UN RESPIRO FORZADO

Por Jacqui Blas
26 de mayo del 2020

La presencia del COVID-19 nos ha puesto a prueba en diferentes ámbitos de nuestras vidas, como en nuestras actividades laborales o en nuestro quehacer cotidiano. Cumplir con el distanciamiento social es complejo. Se dicen tantas cosas respecto a lo que enfrentamos, desde que es un vil invento del Estado, hasta que es una esperanza divina para mejorar como seres humanos, pero lanzar suposiciones apresuradas es mucho más peligroso.  Aprendimos a vivir con incertidumbre. No se conoce con exactitud el día en que esta pandemia culminará, sin embargo, lo que sí sabemos es que esto es apenas el inicio de una reconstrucción social. 


En estos días las calles se han mostrado solitarias. Pudimos apreciar un centro histórico vacío y desolado, lo cual presagiaba el fin de nuestra historia, quizás para nosotros sí, en cierta medida; pero hay otros seres vivos que se han visto muy beneficiados con el encierro humano. La naturaleza ha hablado y la tierra está disfrutando de un respiro. 

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Foto: Gonzalo Tarazona Vargas

Vista de playa Huanchaco desde la Iglesia Virgen del Socorro

UN LIGERO ALIVIO PARA EL MEDIO AMBIENTE

El biólogo y catedrático de la Escuela de Pesquería de la Universidad Nacional de Trujillo, Carlos Bocanegra García, comenta que la pandemia del coronavirus está poniendo en marcha un experimento ambiental que ningún acuerdo internacional había logrado antes “se evidencia un respiro de la tierra, debido a que ya no hay transporte masivo, se ha reflejado mejoras notorias en el aire que respiramos, obviamente ya no hay una combustión del particulado que está en la atmósfera por la cantidad de unidades motorizadas, ha disminuido la producción de monóxido de carbono y de gases contaminante”, además, agrega que ya no hay una deforestación tan agresiva en La Libertad y eso evidencia una restauración terrestre. 


Otro de los beneficios notorios en la ciudad es la aparición de muchas especies que habían sido desplazadas y aterrorizadas por el propio accionar del hombre. Las aves y los mamíferos están regresando a esos lares en los que un día fueron espantados irreflexivamente. En nuestra ciudad se han presentado gran cantidad de aves marinas en el balneario de Huanchaco, las especies marinas han adquirido un mayor tamaño y están más cerca de la orilla. Se aprecia una playa con una pulcritud y brillo asombroso.


El río Moche recupera su esplendor con un matiz algo irónico. El especialista Bocanegra afirma que “si bien es cierto se han paralizado las actividades donde se utilizan sustancias químicas como el cromo, que son metales pesados y tóxicos, todavía persiste la producción en algunas mineras informales que arrojan vertimientos al río y por eso todavía se observa un color naranja medio amarillento”, además, recalca que aún no podemos hablar de una recuperación significativa. 

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Vista de playa Huanchaco en el día 70 de cuarentena

Foto: Gonzalo Tarazona Vargas

EL POSIBLE “EFECTO REBOTE” NOS ACECHA

Así como la tierra está tomando un breve descanso en una magnitud interesante, la actual crisis se perfila con el avistamiento de lo que parece ser una catástrofe mayor. Existen varias señales que los nuevos virus están con nosotros, debido a nuestra siniestra intervención en la biósfera, originado por nuestro gusto de exprimir los recursos naturales sin compasión alguna. Estamos convirtiendo nuestra ciudad en un basurero, en una especie de depósito sucio, pero queremos que no sea tan evidente. 


“He podido ver que Trujillo sufre de mala organización, principalmente en los centros de abasto como el mercado la Hermelinda y mercado la Unión. La gente no entiende el nivel de peligro del cCOVID-19 en el país, no respetan el metro y medio de distancia, no usan bien las mascarillas. Sus desechos, los guantes y mascarillas, las tiran al suelo, los tiran en la pista, quedando expuestos para todos los ciudadanos. No hay conciencia social acerca de cuidar el medio ambiente”, menciona con preocupación Rodrigo Vásquez Bringas, quien labora en el Centro de Operaciones de Emergencia Provincial (COEP), entidad que, debido al estado de emergencia, está involucrada en operativos como la supervisión de mercados. 


A nivel de población no vemos un protocolo ni cuidado que permita evitar que los desechos residuales se expongan directamente al ambiente. “Los residuos biocontaminantes peligrosos, tienen que tener un tratamiento especial en cada domicilio. Utilizar un separador o algo que identifique que son residuos de personas enfermas con COVID-19, usar unas bolsas rojas, que es un color que significa peligro, y no mezclarlo con todos los residuos en el botadero del Milagro como se está haciendo en la mayoría de los casos”, asevera Carlos Bocanegra. 

Raúl Deza, el jefe del área de Salud Ambiental y Ocupacional del hospital Belén de la ciudad de Trujillo, explica que hay dos tipos de residuos sólidos. El primer tipo, son los residuos sólidos peligrosos y especiales, los cuales son los desechos de material médico; estos son recogidos por la empresa PROMAS encargada de servicios ambientales. Ellos tienen la función de recopilar estos restos, y luego de procesarlos, los transportan al botadero del Milagro. El otro tipo son los residuos comunes, que tiene que ver con los desperdicios de comida, utensilios de uso frecuente, los cuales son recogidos por el SEGAT. En el último mes, se han recopilado más de ocho toneladas de residuos peligrosos solo del hospital Belén. Es evidente que los desechos biocontaminantes generados por los ciudadanos trujillanos no son procesados por ninguna entidad antes de ser trasladados al botadero, mezclándose con los residuos comunes, y poniéndose en contacto directo con el personal del SEGAT, quienes cada día están más propensos al contagio de COVID – 19.  

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Restos de mascarilla usada en el parque “La Amistad” ubicado en la urbanización Manuel Arévalo

Otro punto cuestionable, con cierta pincelada de mordacidad en el actuar de los ciudadanos, es su insistencia por el servicio delivery. Hace un año se aprobó La Ley N° 30884, que regula el plástico de un solo uso y los recipientes o envases descartables, prohíbe el consumo de aquellos productos de plástico que son innecesarios, es decir, aquellas que no se pueden reciclar o que representan un riesgo para la salud pública y/o el ambiente.

Sin embargo, hoy en día vemos que este postulado ha sido olvidado muy prontamente por los individuos. Es cierto que la tierra podría mantenerse sin los humanos, por esa misma razón, si queremos quedarnos y seguir siendo parte de ella, es vital dirigirnos hacia una cultura que no relacione el consumo con la felicidad.


“Yo temo que exista un efecto rebote. Lo que hemos ganado en estos meses va a quedar en un simple recuerdo. Ahora van a privilegiar la economía, y nosotros más porque somos un país dependiente. No se me haría raro que se establezcan hasta tres turnos por día para la producción, lo que significa más contaminación. Las empresas tienen que recuperar sus estados económicos financieros, porque están en quiebra, pero para poder hacerlo, el gobierno va a tener que ser flexible con sus medidas ambientales, ahí está el problema”, dice Bocanegra García, quien subraya que en este momento la tierra no esta está completamente exenta a la contaminación, solo está experimentando un alivio fugaz. 


Esta ilusión momentánea podría hacerse realidad si las autoridades y los ciudadanos internalizamos el tema ambiental.  Este contexto en el que estamos inmersos nos deja como enseñanza que hay valores a los que no debemos renunciar, como el consumo inteligente, la lucha contra el calentamiento global, el respeto hacia los demás. Si entendemos y asumimos esto, tendremos más posibilidades de sobrevivir, pero si el lujo de los favorecidos y la miopía de la élite insisten en la injusticia, ningún ecosistema nos aguantará. 

© 2020 Vitalia

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